SI DECIDES QUEDARTE

Si decides quedarte, te aviso que no será fácil. Que conforme he crecido han ido creciendo conmigo algunas inseguridades. Si decides quedarte, deberás entender que la mayoría de las veces vivo concentrado en todo aunque parezca que es nada. 

Si decides quedarte, entonces sabrás que "un león herido sigue protegiendo a su manada".

Sabrás o en definitiva ya lo sabes que me cuesta tomar decisiones y que muchas veces termino tomando las decisiones más extrañas. 

Si decides quedarte entonces debes saber que vivo con los ojos llenos de lágrimas, listos para cualquier ocasión, soy sensible en extremo y es por eso que le doy tanto valor a los detalles. Debes tener muy presente que también suelo derrumbarme muy fácil, que me preocupa incluso lo que no tendría que preocuparme y que te buscaré para recargarme y para sentirme de pie.

Si decides quedarte, entenderás que tengo mucho amor para ti. Que no prometo que sea tal cual como lo imaginas pero que para un hombre extraño como yo: "el esfuerzo no es negociable". A pesar de que en el camino algunas veces pueda perder el rumbo ya sea por comodidad o por lo distraído que suelo ser.

Si decides quedarte, debes saber que aunque mis intenciones casi siempre son buenas; muchas veces te voy a lastimar y no quiero que se crea que es por que he dejado de amarte. Entenderás que, me encanta querer pero también sentirme querido, no sentir que estoy solo y mucho menos en espacios obscuros, aunque a veces siento que necesito apagar la luz y estar solo, como si haciendo eso con la luz se pudieran apagar las cosas que uno carga en los hombros.

En resumen: soy un hombre lleno de amor para ti, amor a mi manera, de ese que buscará siempre estar al pendiente de tus necesidades. Que tengo un montón de manías y defectos. Que he descubierto a flor de piel un monstruo callado y sigiloso lleno de celos e inseguridades.

Si aún sabiendo todo esto decides quedarte, ayúdame a que sea para lograr ¡algo maravilloso! por el tiempo que se nos siga prestando. 

¿POR DÓNDE EMPEZAR?

Después de varios intentos de escribir los primeros renglones, de leer las palabras y borrar en repetidas ocasiones para volver a empezar, me doy cuenta de que hace unos años que escribí mi primer blog me era más sencillo; sin tener el peso encima del estrés, de las preocupaciones, los problemas, el amor y el dolor inherente que trae consigo.

En aquel tiempo las palabras fluían, al fin de

cuentas era "la bendita adolescencia". Punto de inflexión de cualquier persona donde la actitud casi vomitiva es considerada natural, escupir palabras con o sin sentido, expresarme. ¡Exacto! de eso se trataba, el punto era: la expresión.

Algo hay de cierto, años después no soy el mismo y me cuesta mucho más trabajo decir con sensual claridad lo que siento. Despojarme de los juicios sociales tendría que ser más fácil con el pasar de los años o al menos eso cuentan en las películas y series. Conmigo al parecer, ha sido distinto.

Hoy tengo miedo de lastimar con mis palabras, miedo a ¡quebrar algo!

Y hablando de quebrar o estar quebrado; ¡cómo duele! y más cuando por más que buscas el adhesivo correcto para pegar las piezas no solo no lo encuentras si no que también pareciera haber piezas perdidas...